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Toque de Mujer

Convive en armonía con tus hijos adolescentes

Los terapeutas señalan que un adolescente que no es conflictivo, no es un verdadero adolescente. De hecho, la adolescencia es una invención del siglo XX. Y como todas las novedades, lleva tiempo acostumbrarse a ella.
Se trata de una invención desconocida todavía en la mayor parte del mundo, porque a la edad en que hoy en día se declara inaugurada la adolescencia en países del mundo occidental, la mayoría de las mujeres en África, India y China ya están casadas y tienen hijos. Y para los hombres es igual: trabajan desde pequeños y sus responsabilidades adultas empiezan muy pronto.

Adolescencia: ¿edad o enfermedad?

La adolescencia, bien analizada, es una deformación propia de la cultura de las clases económicas media y alta de América, Australia y Europa. Digo deformación porque socialmente se toman dos actitudes contradictorias y conflictivas hacia ella: cuando la naturaleza ya dotó a esas personas de rasgos que las convierten en adultos -la capacidad reproductiva, por ejemplo-, la educación, la familia y las leyes recomiendan controlarlas y cuidarlas como si fueran niños.

Receta básica: comprensión
Como recomiendan siempre en todos los grupos de autoayuda, lo primero es reconocer el problema y analizarlo bien. Y lo deben hacer ambas partes antes de que el problema se vuelva inmanejable. Si tus hijos son pre-adolescentes, tienes un tiempo maravilloso para prepararte y prepararlos. Aférrate del libro que prefieras, de un buen terapeuta o de alguna película que toque el tema y sirva de detonador para la plática.
No recomiendo que la mamá y el papá se sienten con hija e hijo, sino que lo hagan cada uno por separado y platique a su propio estilo.
Ningún niño se trauma porque le expliques qué son los semáforos y por qué no hay que atravesar la calle cuando están en rojo; a ninguno de ellos le causa conflicto tampoco porque le digas cuál es la ventaja de ponerse el cinturón de seguridad en el coche.
La explicación debe darla cada uno a su modo, con cariño y claridad.

Ingredientes activos: límites y firmeza

Los papás educamos según las modas del momento. Mis papás no creían en pegarles a los niños, pero todos los demás lo practicaban tranquilos y libres de culpa: así se usaba. Hoy tememos causarles traumas, que todo límite y restricción los pueda afectar. Ya se probó lo contrario.
Cada casa es un mundo: a tus hijos les tocó vivir ahí y esas leyes son las que deben acatar. No sólo tienes el derecho, sino el deber de establecer los privilegios y las restricciones. En cada país rige una constitución y nos guste o no, la acatamos. Tus hijos deben saber con claridad cuál es la tuya: desde la forma de saludar a las visitas hasta los permisos para salir y los horarios para volver deben ser claros y precisos. Pero sobre todo inamovibles: no flaquees ante berrinches. No hagas leyes arbitrarias, explica el por qué de cada una, pero una vez establecida, manténte firme y no cedas, salvo alguna pequeña excepción.Sin duda, prepararlos para la vida es una labor que te llenará de orgullo y satisfacción.