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Toque de Mujer

¿Enfados en la oficina?

Por Fernán Garza

En el ambiente laboral, tanto la convivencia como el hecho de compartir proyectos con otras personas son temas difíciles y para muchos, equivale a dar un salto al precipicio sin poder meter las manos, ya que se tendrán que negociar la diferencia de opiniones, así como sortear con éxito el manejo que cada persona hace de las emociones.George Doyle/Stockbyte/Thinkstock

“Cuando me enojo con él, pasan por mi cabeza las peores palabras”, comparte Tania, quien trabaja con Juan Pablo en una empresa de artículos para la decoración de interiores, y expresa que está consciente que su relación laboral se ha afectado debido al manejo que hace de su enfado cuando no están de acuerdo en alguna situación.

Robert Brooks y Sam Goldstein, autores del libro El poder de la resiliencia de Editorial Paidós, explican que la ira y la frustración nos alejan de la práctica de una comunicación efectiva, por esta razón los especialistas recomiendan guiar la comunicación en base a las siguientes preguntas:

¿Me gustaría que me hablasen de la forma en que yo hablo a los demás?
¿Cómo me describirían las personas con las que me relaciono cuando me comunico con ellos?
¿Qué hace que sea más fácil escuchar a los demás?
¿Qué dicen o hacen los demás que provoca que me “desconecte” y no los escuche?

El objetivo de estas preguntas es someter a la propia reflexión si cuando sentimos ira, inconformidad o irritación, saboteamos la comunicación que entablamos con otras personas, y esto lejos de acercarnos a una solución, sea la que esta sea, provoca que el problema crezca en dimensiones insospechadas.

El diagnóstico

Desafortunadamente, no es posible evitar disgustos con las personas con las que laboramos, lo que sí es viable es aprender a manejar aquello que sentimos, de tal forma que no atente contra nuestra estabilidad emocional. Los autores enfatizan en la importancia de vigilar las palabras que decimos en esos momentos de alteración, para sí hablar sin ofensas o expresiones hirientes, ya que aseguran, esto impactará de manera negativa en nuestras relaciones.

Hay que ser asertivos para detectar el problema con el que nos enfrentamos, ya que las soluciones para mejorar la comunicación distan mucho de solucionar otros conflictos laborales, que son más profundos que un asunto del cómo decimos las cosas: “Si interactuamos con alguien cuyas críticas interpretamos como una acusación, alguien que no confiamos, alguien de quien tenemos la sensación de que siempre nos está ocultando información; trabajamos en un ambiente en el que la falta de sinceridad y las medias verdades son la norma en vez de la excepción, es trabajar en un sitio en el que la comunicación efectiva y la confianza están seriamente dañadas”, aseguran los autores.

La comunicación puede unir o separar a los equipos de trabajo para siempre. Puede blindar los lazos laborales y hacerlos firmes y fuertes, así como ser una valiosa aliada para el cumplimiento de las tareas. Sin embargo, es justo poner en la mira a los conflictos para descubrir su naturaleza, ya que si por ejemplo, el origen es la deshonestidad, la falta de confianza o abuso de poder, el problema a resolver es distinto.

Tania reflexiona sobre las razones por las que ella considera es tan difícil ponerse de acuerdo con Juan Pablo: “Tengo que reflexionar si es un asunto de comunicación en el que tenemos que trabajar los dos para mejorarlo, o sencillamente, vemos y vivimos el mundo de manera diferente”, concluye.

Es imposible evitar la adversidad, sin embargo, si nuestra capacidad de respuesta hacia los apuros aumenta y nuestra comunicación en el tratamiento de los conflictos es efectiva, lograremos que el enojo no sea un tropiezo constante en el ambiente laboral y por el contrario, las decepciones sean oportunidades para pulir nuestra fortaleza.

“La perseverancia es el motor del éxito”.