Saltar al contenido
Toque de Mujer

Tú te lo buscaste

Claudia fue víctima de una violación, esto sucedió en la fiesta de cumpleaños de uno de sus compañeros de universidad. “Después del ataque, lo primero que hice fue llamar a mi hermano, le dije lo que me había pasado y desde ese momento siempre me apoyó.

Fuimos juntos a levantar la denuncia, yo iba con mucho miedo y vergüenza al Ministerio Público”, comenta Claudia y agrega: “Mientras la hacía me preguntaron cómo iba vestida, a qué hora había pasado, yo les dije que con jeans y una blusa especial para la fiesta, que había sido en la madrugada y que yo conocía al atacante.

Cuando me cuestionaron si había bebido alcohol y respondí que sí, me hicieron sentir que yo había hecho lo más grave, una señora de las personas que me atendían, me dijo sin más: ‘usted se lo buscó’”.

Rosa María González, catedrática de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo y especialista en estudios de género por el Colegio de México, explica que la violencia hacia las mujeres se trata de una relación de poder en un sistema social en el que se posibilita victimizarlas al verlas inferiores, esto igual viene de hombres o de mujeres, ya que cualquiera puede practicarla.

La académica hace énfasis en el hecho que hay distintos tipos de violencia como son la física, emocional, económica o sexual y que una persona puede recibir varios en un mismo incidente.

Tras ese evento traumático, Claudia tuvo que enfrentarse a otra serie de agresiones que ahora venían de parte de sus padres y amigos. Lejos de recibir un trato afectuoso y lleno de apoyo, su padre cuestionó su comportamiento en la escuela “para haber dado pie a esto”, mientras que su madre fue incisiva con su comentario: “Espero sea cierto y no estés llamando la atención, porque esto es una vergüenza para todos”.

La especialista expone que: “También es violencia poner en duda lo que le ocurre a quien denuncia un ataque, ya que se le arrebata la credibilidad de su palabra”, y enfatiza categórica: “No creer también es violento”.

Nadie lo busca, nadie lo merece

Poner en tela de juicio la veracidad de lo que dice una víctima debido a su edad, profesión, ocupación, vestimenta o estado civil, fomenta ideas equivocadas como que una mirada lasciva o un ataque es provocado, además, justifica la humillación y el ultraje. En el caso puntual de Claudia es un error pensar que si estaba en una fiesta y bajo los efectos del alcohol, esto le da derecho de abusar sexualmente de ella.

Finalmente, Claudia declinó seguir adelante con la denuncia: “Para mí fue terrible ir al Ministerio Público, la forma en que me miraban fue espantosa. Además, los comentarios de mis papás me lastimaron mucho. Dejé la escuela unos meses, me cambié de universidad porque yo sabía que siempre iba a estar en la mente de mis compañeros si en realidad me había pasado y todavía peor, si yo lo había provocado”.

Claudia recibe atención psicológica y hasta el día de hoy, hace un esfuerzo por dejar atrás y superar la experiencia. El prejuicio familiar sobre su conducta y el poco soporte emocional que ha tenido por parte de ellos, ha sido otro gran obstáculo en su recuperación; afirma que su hermano ha sido fundamental en todo el proceso: “Él nunca dudó de mí y jamás me dejó de querer”, concluye.

La académica afirma que nadie tiene derecho a lastimar a otra persona, así como es muy importante hacer conciencia de que no hay ningún tipo de razón que avale que un individuo abuse y maltrate: “No importa si una mujer está ebria, si se viste de una u otra forma. ¿Qué pretexto puede hacer aceptable que una persona cometa una violación? Si una mujer dice no, debe de ser aceptado y respetarse su decisión, no importa si antes ella había accedido a algo”.

La violencia se manifiesta de muchas formas y en todos los ámbitos, como es el laboral, familiar o de pareja. Las agresiones vertidas contra una persona, sin importar que se llame Claudia, Erika, Adriana o Estela, sea estudiante, ama de casa o profesionista, se hacen contra un ser humano que por la condición de ser mujer, se piensa equivocadamente que es una víctima propiciatoria de lo que le sucede. Es necesario construir un ambiente de respeto en todas las áreas de convivencia, así como someter a análisis personal la forma en la que se expresa y piensa de una mujer para no fortalecer el círculo de violencia.