Los gatos pueden jugar con casi cualquier cosa. Algunas de ellas ya las tienes a la mano, como sería una bola de papel arrugado, popotes y hasta tapas de plástico; otras pueden ser compradas, como serían pelotas de plástico con sonaja dentro de ellas, juguetitos de hule que chillan con la presión, entre otras. Cualquiera que sea la naturaleza o el origen de estos juguetes, cuando acabe de jugar el minino, recógelos y guárdalos.
Esto tiene el objeto de generarle a tu gato la expectativa de su momento de juego juntos; si todos los juguetes están siempre disponibles, el gato se aburrirá y dejará de prestarles atención… Haz que el juguete actúe como lo haría un pájaro o un ratón.
Haz como si se tratara de un animalito asustado que huye del feroz gatito, se esconde bajo el tapete o se paraliza. No sobreactúes, los movimientos sutiles son más efectivos; si deseas agregarle algo más, coloca objetos, como libros o cajas, que puedan actuar como obstáculos y que el gato pueda usar como escondites.