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Toque de Mujer

Deja de preocuparte y comienza a vivir

iStockphoto/ThinkstockLa obsesiva
“Me preocupo de todo en general”
Perfil de este tipo de preocupaciones.
Te inquietas sobre todo en general y sobre nada en particular. El cerebro solamente te sirve para preocuparte. Eres capaz de angustiarte de que no te va a quedar bien el peinado o de que la familia 
no va a celebrar tu cumpleaños. A veces hasta te alteras porque no tienes nada que hacer.
Diagnóstico: los expertos dicen que la gente como tú puede cambiar esos hábitos 
y así ahorrarte la forma que tienes de hacerte garras física y emocionalmente. Es muy importante que entiendas con tu preocupación. Estar aterrada por la presentación que tienes que hacer en la siguiente junta es útil, ya que 
te obligará a prepararte mejor. Eso sirve de mucho. Pero si estás preocupada por si te van a escuchar o van a estar distraídos, no puedes hacer 
nada al respecto, por lo que eso no te sirve más que para ponerte nerviosa a la hora de la verdad.
Planea tu estrategia: saca un papel y, sin pensar, anota todas las preocupaciones que tienes en este momento. Ahora lee tu lista. ¿Cuáles son las angustias de tu lista sobre las que puedes hacer algo? Sobre las que no puedes hacer nada, simplemente elimínalas. ¿Qué ganas con acumularlas? Sólo desgastarte y perder tu tiempo. Y acuérdate: se trata de tu tiempo. Haz este experimento varias veces durante la semana y observa cómo te sientes al respecto. ¿Qué cantidad de tus preocupaciones resultaron inútiles? Piénsalo. Cuando te des cuenta que gran parte de tu vida la estás dedicando a algo inútil, entonces podrás usar ese tiempo en algo más divertido.

El monstruo controlador

“Pienso que si me preocupo por las cosas, podré controlarlas mejor”.
Perfil de este tipo de preocupación.
Te des cuenta o no, tú crees que puedes controlar al mundo con sólo pensar en ello. Consideras que si te preocupas lo suficiente, lograrás que sucedan las cosas buenas y no pasen las malas. Agobiada por la incertidumbre, tienes la idea de que podrías dejar de preocuparte si tuvieras el privilegio del control absoluto.

Diagnóstico: como no puedes saber qué sucederá dentro de 6 meses, de un año o de 10, decides angustiarte para protegerte de lo desconocido. Puesto que en este mundo las cosas no dejan de cambiar, qué ganas con estarte alterando por lo que pueda suceder en el futuro. Es cierto que tenemos que estar preparados para enfrentar lo que se nos venga encima, pero pensar que podemos controlar el futuro, es engañarnos a nosotros mismos. Qué error tan grande, y sobre todo tan inútil.
Planea tu estrategia: en este momento, concéntrate en algo llamativo y encantador. Cuando salgas a dar una caminata, observa el ritmo que lleva tu cuerpo con cada paso que das. Cuando sostengas en la mano una flor, analiza la belleza de su color, siente la textura de sus pétalos entre tus dedos, absorbe su aroma. No dejes que tu atención se vaya volando por los aires, oblígala a que regrese. Mientras más concentrada aprendas a estar en estos instantes, más aprenderás a disfrutar los bellos momentos de la vida y menos podrá infiltrarse en tu espíritu esa necesidad de controlar el mundo.

Jupiterimages/ Photos.com/ThinkstockLa adivina

“Estoy convencida de que una preocupación es un aviso del cielo que lo peor está por suceder”.
Perfil de este tipo de preocupación.
Piensas que tu nerviosismo es  un signo de una catástrofe que no tarda en llegar. Estás convencida de que tu angustia está prediciendo el futuro. Crees que si esa imagen está apareciendo en tu radar, 
de seguro te está mandando una advertencia y debes estar alerta.
Diagnóstico: el gran problema con las personas como tú, es que no pueden distinguir entre preocupación e intuición. Hay que admitir que son fáciles de confundir, ya que ambas comparten muchos síntomas. Por ejemplo: un sentido físico de que algo terrible va a pasar. Pero hay una diferencia básica entre 
las dos. La intuición comienza como una sensación, mientras que la preocupación empieza como un pensamiento.
Para reconocer la diferencia, fíjate cuál de las dos te llega primero. Aquí va un ejemplo: puedes sentir rechazo cuando te presentan a un nuevo colega. Podría ser que tu mente percibe que él no es de fiar. Pero, si ya te sientes insegura sobre tu empleo, quizá este rechazo sea solamente un reflejo de tu inseguridad, no una intuición.
En este caso, puede ser causado porque crees que este individuo representa 
un riesgo para tu empleo. Si sientes que algo malo va a suceder, esta sensación persistente y negativa puede hacer que malinterpretes el significado de lo que te está pasando.
Otra forma de ver si es solamente inquietud, es recordando que la preocupación genera ansiedad, pero la intuición genera calma.
Si tu preocupación continúa, haciendo que disminuya tu capacidad de concentración, lo más probable es que estés llegando a la etapa de ansiedad.
La intuición, al contrario, casi siempre te lleva a tomar decisiones útiles que 
te hacen sentir más segura, no menos.
Planea tu estrategia: ponle mucha atención, no sólo a la sensación física que te produce, sino a cómo y cuándo la sentiste. Si tuviste una reacción visceral momentánea, busca con cuidado qué fue lo que te la causó para saber si fue intuición o simplemente preocupación. Si esa sensación fue una conclusión a la que llegaste pensando y pensando, de seguro es un invento de tu mente que está acostumbrada 
a dizque adivinar lo malo que va a suceder. Entonces elimínala de tu cerebro.

La existencialista

“Me preocupa que la vida no tiene ningún sentido, pero la vivimos de todos modos porque la alternativa tiene aún menos sentido. (¿Es esto posible?)”.
Perfil de este tipo de preocupación.
Te atormentan preguntas profundas como: ¿Qué caso tiene la vida? ¿Para qué sirve la vida? Es de gente ligera pasar tus días sin analizar las razones profundas de absolutamente todo.
Diagnóstico: como existencialista, te puede parecer que estás pensando profundamente para el resto de la humanidad, pero lo más probable 
es que sólo estés colmando el plato de tus preocupaciones. Claro que un poco de conversación intelectual es algo interesante, pero cuando le das lugar a tus pláticas metafísicas por delante de asuntos de mayor importancia en tu vida como tu empleo, tus relaciones personales, tus finanzas, quizá vayas en camino a la desesperación. Es interesante darnos cuenta de que muchas tradiciones 
que proponen la meditación, como el budismo y el yoga, recomiendan no dejarse atrapar por profundos e inútiles pensamientos filosóficos. En vez de ello, te recomiendan concentrarte en el presente y lo que tienes ante los ojos en este momento. Piensan que la necesidad de involucrarse en temas enormes quiere decir que estás alejando tus energías y tus pensamientos de lo que tienes que resolver en el momento.
Planea tu estrategia: date cuenta de que puedes estar escondiendo tus problemas en temas profundos para dejar de enfrentarte a ellos. Piensa de qué te están distrayendo esos pensamientos. Date tiempo para dedicarte a satisfacer tu verdadera curiosidad intelectual, pero sin permitir que se involucren esas sensaciones preocupantes. Participa en un club de lectura en el que tengas que leer libros de gran interés y discutirlos.