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Toque de Mujer

Sapos que no son príncipes

iStockphoto/Thinkstock

Es inevitable, cada vez que Larissa tiene una nueva relación asegura que esta vez sí ha encontrado a la pareja ideal, con quien desea pasar el resto de su existencia. Pero el gran hallazgo sólo requiere de cuestión de semanas para desvanecerse y dejar a Larissa en una nueva búsqueda del amor verdadero. “Parece que tengo imán para atraer al perfil de hombres que a la primera impresión parecen maravillosos, pero cuando se trata de darle seriedad a la relación huyen con tal rapidez que bien podrían representar a México en una carrera de 100 metros”, dice en son de broma.

La realidad no es que los hombres comprometidos estén en peligro de extinción, sino que muchas mujeres, como ocurre en el caso anterior, se dejan llevar por ciertas características que a primera vista causan deleite, pero que no son más que comportamientos seductores que están muy lejos de tomar el camino para una relación larga y duradera.

¿Dónde está el amor?

La gran mayoría de las personas, hombres y mujeres de cualquier edad, han pasado por el trance de que al puro estilo del cantautor Juan Gabriel, confiesen a su círculo cercano con gran decepción el tan repetido “yo no nací para amar, nadie nació para mí”, pero lo cierto es que la principal responsable de que llegue la persona equivocada es una, cuando lejos de evaluar con paciencia y objetividad al sujeto en cuestión, nos dejamos llevar por los primeros destellos de su personalidad.

Lizi Rodríguez, autora del libro ¡Cuidado! El perro muerde, Editorial Urano, explica que para situarse en una relación de pareja sana es necesario aprender a identificar las emociones que se producen cuando estamos al lado de esa persona: “Estar en una relación positiva te hace brillar y progresar en el ámbito personal, profesional y familiar, un mal amor hace que experimentes todo lo contrario”.

El hombre anhelado

El objetivo de encontrar al hombre ideal tiene que estar basado en aspectos reales, en aquéllas características, objetivos, formas de pensar y de vivir que vayan acordes con las propias. Es común escuchar a mujeres que repiten sin mayor convicción ‘quiero a un hombre guapo, rico, que me quiera y que me haga reír’, pero entonces, ¿dónde queda el deseo de encontrarse con un individuo que sea pensante, confiable, que comparta con una valores morales, proyecto de vida y otros puntos que contribuyen a que una relación pueda perfilarse como duradera?

El noviazgo, dice la autora, es la oportunidad “para que respondas a esas preguntas y determines si el hombre que te gusta tiene la capacidad para cubrir tus necesidades básicas de afecto, seguridad, confianza y sensibilidad. Si tus deseos y proyecto de vida no coinciden con los de él, no pierdas el tiempo”.

Además, hace hincapié en el hecho de aprender a elegir, esto es: “Antes de buscar pareja define qué tipo de hombre quieres a tu lado. No existen los príncipes azules pero si el hombre capaz de amarte y cuidarte como tú deseas. Es importante que ‘elijas’ bien a quien le quieras abrir tu corazón, concentra tu atención en lo que quieres conseguir. Ten confianza en ti misma, aleja el pesimismo porque es un mal compañero”.

Porque vale la pena, espera

No siempre el amor llega en el momento que deseamos, pero involucrarnos en relaciones sin futuro es el camino más seguro para seguir recolectando fracasos amorosos. La paciencia es una virtud que cuando aprendemos a cultivarla trae consigo experiencias positivas y más, cuando se trata de abrirle las puertas al amor.

Larissa está segura de que quiere encontrar el amor, lamentablemente ella está segura de que por más que se esfuerce siempre mantendrá ese ‘imán’, que dice tener para los hombres que no quieren comprometerse, y dice: “si ese es el precio que tengo que pagar para no estar sola, lo acepto”. Aunque lo cierto es que bastaría con que tratara de fijarse en individuos con un perfil distinto al que busca.

No es necesario aceptar un noviazgo sólo para estar acompañada o porque hay una atracción física. Lo ideal es tomar decisiones bien pensadas, poner en la balanza qué es lo que esperas de una pareja y por supuesto, qué es lo que tú estás dispuesta a dar y desde luego, considera que debe haber un equilibrio entre uno y otro, éste es el principio de un amor justo y próspero.