
El orgasmo, especialmente el femenino, es un fenómeno lleno de misterios e interrogantes sin respuestas concretas.
Y es que los científicos siempre han querido saber más sobre el disfrute que provoca y sobre cómo se da este proceso en el cuerpo.
¿Para qué sirve?
La primera pregunta que surge es: ¿cuál es la finalidad del orgasmo? Por supuesto, es la fuente más grande de placer, sin embargo, no se ha descubierto todavía una razón biológica que justifique la necesidad de que exista.
Sin entrar en controversias de tipo moral, cualquier persona está de acuerdo en que el sexo existe por una razón fundamental: la preservación de la especie humana.
Y aunque el placer que produce es un efecto secundario, muchos científicos piensan que es un recurso que la naturaleza usa para garantizar la práctica regular del sexo.
Si no fuera placentero, tal vez pocos lo practicarían y la especie humana iría mermando hasta desaparecer.
Por otro lado, el orgasmo del hombre es definitivamente indispensable para la reproducción, porque sólo de esa manera se produce la eyaculación que lleva el esperma masculino hacia el óvulo femenino, para fecundarlo. Por lo tanto, es biológicamente necesario. Pero, ¿y el orgasmo femenino?
Éste no es necesario, ni mucho menos indispensable para la reproducción, porque los óvulos se producen automáticamente en el cuerpo femenino y no los afecta ni el placer femenino ni la falta de él. Entonces, ¿”para qué” la naturaleza dio a la mujer un disfrute tan intenso como el que produce un orgasmo?
Hasta ahora no hay respuesta… pero mientras tanto, millones de mujeres en el mundo lo siguen gozando.
Hace siglos también disfrutaban
Aunque los europeos se han jactado desde hace siglos de ser más sabios que los habitantes de África y Medio Oriente, la verdad es que muchos pueblos considerados “primitivos” sabían más sobre la sexualidad femenina que las culturas civilizadas. Sin embargo, no siempre usaron sus conocimientos de manera positiva.
Por ejemplo, desde hace mucho en África conocen el papel fundamental del clítoris en el orgasmo femenino y por eso en muchos lugares todavía mutilan brutalmente a las mujeres cortándolo, para que nunca vuelvan a experimentar placer sexual y así sean fieles a sus maridos; además, saben bien que la mutilación del clítoris no impide la reproducción.
En contraste, a las culturas orientales antiguas les interesaba el placer femenino y daban consejos sobre cómo alcanzarlo, como en el libro árabe de poemas El collar de la paloma, de ¡la Edad Media!
Sin embargo, hasta hace algunos cientos de años médicos europeos, como Sigmund Freud, consideraban el clítoris como una parte sin importancia de los órganos genitales de la mujer (él decía que era un “pene no desarrollado”) y pensaban que el único orgasmo “normal” se obtenía en la vagina, por el roce del pene.
Las “novedades”
Ahora sabemos tres puntos importantes sobre este tema:
- que en realidad no existen mujeres frígidas, pero sí hombres que no saben excitar a su pareja adecuadamente: el clítoris es un órgano como cualquier otro, que responde al estímulo indicado, de igual modo que la boca produce saliva cuando recibe alimento.
- que la mayoría de los orgasmos se produce en el clítoris, aunque algunos pocos tienen otro origen: los orgasmos vaginales son producto de la existencia del punto G, un lugar de la vagina donde se concentran tantas terminales nerviosas como en el clítoris, pero que no siempre es fácil de localizar.
- que sin el clítoris las mujeres no pueden experimentar un orgasmo: en realidad, este pequeño órgano del cuerpo tiene como función fundamental procurar el placer femenino.