Saltar al contenido
Toque de Mujer

Que él no te controle

Cuando hemos experimentado las mieles del amor no hay más que decir: no nos alcanza la vida para entregarla por completo al ser amado: estamos dispuestas a cambiar actitudes, a brindar todas las facilidades para que la convivencia se dé de la mejor manera y en algunos casos, hay quienes van más allá y acceden a aceptar todo lo que la pareja llega hasta a imponer, perdiendo así la propia personalidad.iStockphoto/Thinkstock

Esta actitud que de inicio podría considerarse como algo positivo –partiendo de que ella está dispuesta a poner todo de su parte para que la relación se afiance-, se transforma en una respuesta que afecta y pone en riesgo tanto su estabilidad emocional como la de su unión matrimonial.

¿Te estás perdiendo a ti misma?

A veces pensamos que puede ser complicado detectar cuando alguien nos manipula porque a simple vista parecería que sus acciones están dirigidas a protegernos, por ejemplo: cuando la pareja se ofrece con insistencia a pasar por una cada vez que sale a cualquier lado, llama constantemente al celular para saber de su rutina, opina sobre la forma de vestir o maquillarse, sin contar que influye directamente en las decisiones que hay que tomar en los principales ámbitos.

Pero cuando este tipo de acciones se realizan sin tomar en consideración lo que una piensa o tiene programado, se cruza la delgada línea entre el interés y el control de la vida ajena, bajo el argumento de: “yo sólo me preocupo por ti”.
Reconocerlo no resultaría tan complicado pues aunque de primera intención se pueden tomar como muestras de afecto, en el fondo son situaciones que causan incomodidad y en algunas ocasiones hasta conflicto pues no siempre se está de acuerdo con dichas manifestaciones y hasta se experimenta un sentimiento de temor si se le contradice.

La psicóloga Alba García, catedrática de la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explica que una persona manipuladora busca controlar a otros a través de diversos recursos, especialmente las palabras. “El lenguaje verbal, las situaciones o interpretaciones van a ser el recurso más fuerte del manipulador. La intención es obtener el control”, señala.

Algo que les distingue es también su egocentrismo, para ellos no es posible pensar en lo que piensan o sienten quienes les rodean, es decir, no son capaces de ponerse en el lugar de los demás, sino que siempre actúan en función de lo que a ellos les beneficia o desean. Se trata de la clásica persona que dice “es lo que yo quiero, como yo lo quiero, cuando yo lo quiero” y siempre trata de imponer su punto de vista o deseos, y de manejar a los otros. Puede mostrar algún interés por los demás, pero incluso en esos casos lo hace para obtener lo que busca.

iStockphoto/ThinkstockMedidas que liberan

Tratar de cambiar este panorama puede no ser una labor sencilla que se logre de un día para otro, porque esto equivale a intentar cambiar en cierta medida la forma de ser de la pareja, pero sí es posible empezar a trabajar para mejorar la relación.
“Ambas personas reconocen perfectamente lo que está sucediendo y es necesario que lo hablen con claridad, tanto uno como otro deben exponer de manera respetuosa sus sentimientos, sus temores y buscar entre ambos una solución”, afirma la psicóloga Nélida Padilla, catedrática de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Es recomendable que cuando se presente una situación de control, se le haga saber al compañero diciéndole que uno percibe su intención, por ejemplo: “¿Sí te estás dando cuenta de que estás tratando de controlarme cuando me dices cómo debo vestirme?”. En el momento en que ambos son capaces de reconocerlo, se da un paso adelante para salir de este sistema de vida.

“La perseverancia es el motor del éxito”.